Volver a la vida laboral conlleva un esfuerzo físico de adaptación que a veces parece ser el inicio del síndrome aunque empieza mucho antes en el diálogo interno
Según la Sociedad Española de Neurología, SEN, cerca del 35 por ciento de los trabajadores de entre 25 y 40 años sufren estrés postvacacional. “En muchas ocasiones esto se produce porque se disfrutan vacaciones de una duración superior a dos semanas.» Afirma la socióloga Alicia Aradilla.
«Imagina un último día de vacaciones, relajado, tranquilo, descansado, lleno de disfrute y diversión de los días pasados y en voz alta o internamente, decimos «mañana vuelta a la realidad» ¿Qué mensaje estás enviando a tu subconsciente? Todo lo vivido en las vacaciones ¿no es realidad?, solamente ¿es realidad cuando estamos en el trabajo?Esa y otras frases son pequeñas perversiones neurolingüísticas que nos regalamos a nosotros mismos. ¿El último día de trabajo te dijiste algo como «mañana me voy de vacaciones, vuelta a la realidad»? Probablemente, no» aclara Aradilla.
El lenguaje interno crea nuestra neurología, de este modo lo que nos decimos es determinante en los estados anímicos posteriores. En cierta manera con nuestro lenguaje interno ya estamos cocinando un asegurado síndrome de estrés post vacacional, en muchas ocasiones, sin tener conciencia de ello, aunque hacerlo de manera poco consciente no influye sobre el estado anímico de estrés al que nos estamos enfocando.
Toma nota de algunas claves para volver al trabajo con buen estado de ánimo de la mano de la experta:
- Prestar atención a nuestro lenguaje interno. Lo que nos decimos en momentos como por ejemplo: los últimos días de trabajo, los últimos días de vacaciones, durante el viaje de regreso, la primera mañana de vuelta al trabajo.
- Evitar la queja.
- Evitar negatividad o conversaciones ajenas que pivoten sobre las quejas.
- El silencio es un buen compañero que contribuye a conectar con tus emociones. Durante los primeros días de vuelta al trabajo, dedícate unos minutos en exclusiva a ti, en silencio. Para enfocarte en sentir, más que en hablar o escuchar.
- De manera intencional decirnos nuevas frases, esas que no nos hemos dicho anteriormente, y sabemos que elevan tu estado de ánimo.